miércoles, octubre 05, 2005

O Sibylle

O Sibylle! Et nous n’étions pas contents.
Julio Cortázar
Marelle.


Qué pasa, qué pasa, qué pasa conmigo?

He tratado de encontrar respuesta a esa pregunta, pero no la encuentro.

Es verdad, estos tiempos se me hacen más bien difíciles de entender. Me es difícil entenderme en estos tiempos. He pensado que necesito silencio. Estar en silencio. Otros días pienso que necesito… cómo se dice… esa cosa, ah si! Vacaciones! Descansar.

Ayer caminé por la Candelaria, de nuevo, hace mucho, mucho tiempo que no lo hacía. Bueno, primero lo primero. Primero llegué al centro, a la séptima con veinte y entré al café Nariño Sublime, y gocé del maravilloso sabor de una torta de ciruela acompañada de un café bien negro y sin azúcar. Pensaba que podría leer allí… pero entonces me sentí extraña… ese café es un lugar al que suelo ir a tomar café, claro, pero además a veces como tortas o galletas, claro, pero ADEMÁS a veces leo, a veces escribo, a veces veo simplemente a la gente, a la vida… a veces llueve, a veces hace sol… a veces la música es buena, a veces se descachan tanto!

Ayer saqué primero un artículo que trato de leer desde hace rato… y me di cuenta que no, no era día de leer artículos. Luego saqué “De segunda mano”, y pasé por encima de sus hojas pensando en que “Carta a una desconocida” era el relato que más se acercaba a una de las tantas situaciones y emociones que ahora me tienen tan extrañada… extrañada conmigo misma, con mi interior, con lo que siento… lo que siento….

(PARÉNTESIS: acabo de ver el último capítulo de ESCAFLOWNE… y ahorita que escribía me acordé de algo que pasaba allí, y me pregunto si esta especie de melancolía, esta tristeza extraña que siento –porque, aceptémoslo, es tristeza, con algo más que no sé que es- esta tristeza extraña que llevo no será acaso el resultado de negar algo que siento? de estar en conflicto conmigo misma a causa de esto? no sé, no sé)

Lo que siento… lo siento, pero mis sentimientos ahora mismo son materia oscura para mí.

En fin, estando con De segunda mano frente a mí, al lado de la torta de ciruela y el café, recordé algo de lo que había hablado el lunes en la mañana con M.C. luego de la clase de Aikido, y recordé también algo que había pensado antes… algo acerca de estar donde estás. En el momento en que estás y en el lugar en que estás. O sea, lo que casi nunca uno hace. Y dejé a un lado De segunda mano y me entregué a la maravillosa ingestión de la torta de ciruela ummmmmmmm estaba DELICIOSA! Y como siempre he dicho, nada mejor para acompañar a un buen tinto que un postre bien dulce, y bien rico!

Luego de esta experiencia casi zen, saqué de nuevo mi libretita, esa que me llevé a V. para que hiciera las veces de libreta de campo y que se ha venido convirtiendo en una especie de diario, diario de viajes, diario de cafés, de bibliotecas y de reuniones… pero no precisamente para registrar lo que sucede en las reuniones, no… la libretita justo guarda mis pensamientos y sentimientos nacidos o finalmente reconocidos en cada uno de estos diversos momentos… y tiene un algo, no sé que es, pero ha despertado en mí de nuevo la manía de escribir las cosas que se me vienen al corazón y al espíritu… maravillosa manía,

Saque la libretita y me puse a escribir.

Bogotá
4 de octubre de 2005
Café Nariño Sublime
En una tarde
más bien soleada, cielo azul con algunos jirones de nubes Calles ni muy llenas ni muy vacías. Afuera, en la plaza, un hombre canta “el día que me quieras”. Qué bella, pienso al pasar, (y sonrío, sonrío una sonrisa que seguro es de las que me hablaba María). Qué bella, pienso al pasar. Ojala algún día alguien me cante esa canción, pienso inconsciente. Pienso sin pensar, en realidad pensaba en “el amor” …

Mais, l’amour, ce mot… Horacio moraliste, redoutant les passions sans une raison d’eaux profondes, dérouté et méfiant dans la ville où l’amour s’appelle de tous les noms de toutes les rues, de toutes les maisons, de toutes les étages, de toutes les chambres, de tous les lits, de tous les rêves, de tous les oublis ou de tous les souvenirs.

Me encuentro en esa plaza con la Universidad en forma de librería… oh mi alma mater!. Gracioso como las palabras de repente pesan, como si encontraran por fin su significado después de sonar más bien vacías.

Justo ahora siento dentro de mí algo que había estado sintiendo desde hace varios días, pero que no había puesto en palabras. Siento esa necesidad de recuperar espacios y lugares, calles y parques otrora tan frecuentados…

Recuperar? Re-encontrame con ellos, más bien, re-crear nuestra relación, explorarlos en silencio y “ver qué pasa”, acaso aún haya una conexión, acaso sea sólo cosa de recuerdos.

Ayer hablé con M.C. luego de la clase de Aikido. Es extraño, a veces me parece que, a la larga, todos los seres humanos sentimos igualito, pensamos igualito… Esto, claro, es una exageración. Pero compartimos mucho. Así podemos acompañarnos en el crecimiento… y a veces también en el estancamiento…

El punto es que esta conversación como en tantos otros mensajes que de alguna u otra forma me han llegado, terminó refiriéndose otra vez a ese tema. Por un lado, la necesidad de la tranquilidad (ese desarreglo neuronal, según cierto colombiano), por otro el poder de los deseos y sus hermanos oscuros, los temores. Y por otro lado, la necesidad de permitirse siempre un espacio libre de obligaciones y preocupaciones.

Y yo que últimamente pensaba sólo en lo último, y pretendía no dejarle lugar al descanso, pero ya se sabe, no puedo, no es mi estilo.

En todo caso sí es cierto que ando extraña. Rara. Silenciosa. Como con una necesidad de soledad… de estarme conmigo, de oírme.

Percibo el olor de un vacío que no logro identificar. No sé dónde está, no lo conozco, sólo lo siento… ¿qué podrá ser? ¿Acaso consecuencia de llenarse tan sólo de obligaciones y labores dejando a un lado lo esencial?

Y, qué es lo esencial?

Y qué hay de mis sentimientos por …
Es extraño, porque sé que cuando pienso en él pienso en algo que pasó en el espacio sin espacio y en el tiempo sin tiempo, en esa especie de mundo paralelo donde fui tan profundamente feliz. Ahora es como Cata en la Carta a una desconocida. Entonces extraño a un ser que está allá y que no volveré a encontrar, puesto que ni las circunstancias, ni los protagonistas serán los mismos.. el río de Heráclito como bien dice Melusin.

El tiempo sigue pasando, el río no se detiene.

Ahora tengo un fuerte deseo, un camino que recorrer, un destino hacia donde dirigir mis pasos, al menos en el mediano plazo.

Concentración, concentrémonos.



LUEGO DE ESTO PAGUÉ.

Y SALÍ.

Y caminando por la 7ª como hace mucho no lo hacía, me vengo a encontrar con D. quien iba con su novia (creo). Gracioso encontrar justo en este momento a D, quien fue mi primera ilusión. Sigue siendo todo un caballero. Charlamos un rato, me habló de mi aventura en la sala de mi casa (esto es prehistoria) y me preguntó por la continuación…. Aún no entiendo a qué se refería! La continuación? Acaso no se veía claramente que era un historia cerrada?

Salvo, claro, el asunto de mis ojos.

En fin, luego de resistir valientemente la tentación de irme a cine con ellos en vez de ir a clase de aikido, seguí caminando. Aún tenía como dos horas por delante antes de irme para el dojo.

Entonces decidí irme a la biblioteca Luis Ángel Arango, y, consecuencia obvia, pasé por la casa de poesía Silva. Consecuencia obvia porque lo que yo hacía yendo de aquí para allá en el centro era recorrer otra vez antiguas calles y caminos y lugares que me fueron tan caros! Entré a la casa, pero ya era tan tarde que no mucho tiempo podría estar allá, anduve por sus patios, me detuve frente a la fuente llena aún de mil monedas… ni siquiera pensé en desear algo. Los deseos…

Luego salí y llegué hasta la LAA, y yo que entro y que me encuentro con una de esas ferias que hace el fondo de cultura económica e, insensata de mí!, me compré tres libros, a saber:

  • Ecología de poblaciones, de Jorge Soberón Mainero. De la serie “La ciencia para todos” y los que alguna vez se lo tropiecen, véanle el índice y verán por qué me seduce tanto el libro.
  • La destrucción de la naturaleza, de Carlos Vázquez Yanes y Alma Orozco Segovia. Misma serie.
  • Las selvas tropicales húmedas de México. Alejandro Estrada, Rosamond Coates-Estrada. Misma serie.

Los que me conocen notarán lo extraordinario: ¡son libros de ciencia! ¡los tres!!! Si, esta vez no fue literatura, fue pura ciencia… aquello de cogerle gusto, otra vez, el gusto que el estrés y las angustias le quitan… y claro, ciertos mecanismos del mundo moderno, también.

Y estando en la selección cuidadosa de los libros, oigo como por el pabellón de mi oreja izquierda se va colando un sonido harto familiar, hasta llegar a mi tímpano y encender todas las luces de alarma en mi cerebro… alguien decía mi nombre!

Volví mi cabeza hacia el lugar justo de donde procedía el sonido, y héte aquí que me encuentro con Guillermo! Hola. Hola, aquí viendo libros. Antojándote? Me dice. Yo prefiero no mencionar que compraba libros. Me pregunta: vas a entreno? Eran como las 6:15pm, le dije sí. Y me dice, yo también. Y yo, bueno. Me mira y me dice, vamos? Y yo lo miro con cara de qué? Tan temprano?

Claro, es que Guillermo iba a clase de armas, que empieza a las 6:30pm y luego a la de aikido, que empieza a las 7:30pm. Yo sólo iba a Aikido, de ahí la confusión.

Ahhh! Entonces nos vemos más tarde! Me dice. Y yo, claro.

Se va.

Luego de comprar los libros fui a la cafetería de la LAA necesitaba algo de sal.

Y luego, pa’l dojo!

Y yo que creía iba a tener clase con O!!!!!! iba emocionadísima y prometiéndome ver al sensei, no al hombre. Pero la vida me tenía reservada una sorpresa inimaginada y muy, MUY GRATA! La clase la dictó mi queridísimo A! mi mejor amigo en tooooooooooooooooooooooooodo el mundo!

Palabra clave de la clase: VALENTÍA.

La valentía de seguir adelante con tu intención, con lo que deseas, de seguir a pesar de los reveses y las esperas que te desesperan, seguir.

Final de la clase, pequeña charla con A!, luego caminata hasta la Caracas, yo que cojo transmilenio y A! que va a la 10ª a tomar su bus. O buseta, no estoy segura.


Hoy es otro día, en la mañana el sol brillaba. En la tarde no vi llover pero como si.

Tarde de mirar semillas chiquiticas… CHIQUITICAS! Y de extrañarme otra vez.

Y casi es la una de la mañana, y yo con esta manía que me ha dado últimamente de no dormir…

O Sibylle! Et nous n’étions pas contents.

El bichito ? feliz, esta cosa de la comunicación le fascina!

Creo que él siempre ve miel, acaso porque conoce mejor que nadie el corazón humano y sabe cómo le hacen de bien estos caminos, estos estados.

Qué bueno, la miel… endulza hasta al más amargo café. Bueno, bueno, y quién ha dicho que no puede ser también muy rico el café amargo?

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